viernes, 27 de mayo de 2022

TENTADEROS DE ATARDECER

Escribe José Amador Martin Sánchez que los atardeceres siempre nos traen los paisajes del alma, por eso viven en el corazón eternamente.

Y en ese remover las almas, en Toros de Tierz, los atardeceres despiertan en los toros las ansias por embestir y en los hombres las ganas de torear.

Son esos tentaderos de atardecer los momentos más íntimos que he tenido la suerte de vivir en el campo.

La temperatura tibia, la brisa inquieta.

La gente poca, la luz suave.

El sonido tenue, apenas un rumor de pájaros que retornan y de fondo el inquietante reburdeo de los novillos en la linde del cercado.

El tiempo detenido, olvida prisas y ajetreos.

Y es en ese momento cuando, ajena a todo, el alma se rebela y se revela.

El cuerpo se abandona y frente a los animales la imperfección se hace virtud.

Y es en ese momento cuando, intenso y frágil, surge el que para mí es el toreo más verdadero: el que nace de la emoción y de la íntima necesidad de sentirse torero.

Apenas un destello para conducir la bravura, para reducir pulsos y embestidas, para desnudar el alma y acompasarla con el cuerpo.

Instantes que a veces, sólo algunas veces, he podido vivir en esos atardeceres mágicos de Toros de Tierz y que hoy me apetecía compartir con vosotros.




domingo, 8 de mayo de 2022

DIA DE TENTADERO

LA MAÑANA

La primavera en la Quinta de Tierz es deliciosa.

Al escribir esto revivo el día de ayer y agradezco el privilegio de gozar - familia a parte - de las cosas que uno más ama: la amistad, el campo, los animales y el toreo.

Porque ayer, temprano, pero sin exageraciones, mientras recorría el trayecto que va de casa a la finca, sentía la emoción de los días especiales.

Nada más dejar atrás la plaza de toros de Tudela, 2 bueyes holgazaneando en el pradito de las “Ilusiones”, abrían paso a los campos magnéticos que ralentizan la velocidad del coche en la subida de La Parrilla. 
Al coronar, las primeras espigas del cereal comienzan a teñirse de amarillo, recordando que el agua caída en pocos días ya no será suficiente.

Ya en el camino, los baches que hoy me parecen menos y más pequeños, acompasan los vaivenes del coche con mis pensamientos que se alborotan. Me alegro al ver - y saludo con el claxon - al pequeño bando de perdices que vuela desordenado hasta ganar su refugio entre la maleza.

La mañana es luminosa y la brisa resulta agradable. Emboco la cancela y ya veo al fondo movimiento entre las reses.

Adri, más campero y eficiente que yo, se ha adelantado. Ha buscado un ayudante y ya casi tiene reunida la tropa de los añojos que, como colegiales de primaria, entre saltos y carreras le obedecen y enfilan la manga que conduce a los corrales.

No es momento para estorbar. Me oculto en uno de los burladeros de la corraleta y espero a que el alegre encierrillo atraviese el corral grande para cerrar el portón.

Un saludo breve. Cerrar unas puertas y abrir otras con rapidez, realizando así los cambios necesarios para reconfigurar el campero laberinto de los prados de Tierz.

En las corraletas terminamos de separar machos de hembras. La puerta que se abre da paso a la pequeña estampida de los añojos que, orientados hacia su querencia, llegan al cercado del fondo donde ya les espera el grupo de los erales. Desde la meseta de los chiqueros veo como, sin apenas tiempo para hermanarse, comienzan ya las primeras disputas por el puesto de capitán de la manada.

La faena no para, esta tarde tentamos. Harinera y Vascuence han sido las elegidas. Nada de esto es casual y la elección esconde sus razones en la libreta del ganadero.

Harinera, negra mulata, está más fuerte y Vascuence enamora por la finura de su tipo. Pienso que no fallarán.

En la soledad de su chiquero escucho a Harinera aliviar su cautiverio con un berreíto sostenido que me gusta interpretar como un anuncio de su brava nobleza.

No hay tiempo para taurinear. Queda mucha faena por delante.

En el cercado de las madres, Harinita y Comedia, todavía no sospechan que el ganadero ha programado su retienta.

Sin embargo, el alboroto previo de los añojos ha puesto a la tropa sobre aviso. Muchas están paridas y no va a ser fácil convencerlas para ir hasta las corraletas. Otro pequeño reto matinal para el que sobran las prisas.

Desde lejos, en la linde del camino, se dibuja la negra mancha de un recental que duerme.

Torcaz ha parido y es la ocasión perfecta para poner los crotales al nuevo inquilino de Toros de Tierz.

Siempre es un momento emocionante. Acercarse con sigilo. No despertarlo. Vigilar a la madre y, sin un instante que perder coger a la cría para, en la seguridad del refugio que nos da la furgoneta, señalarlo y desvelar su primer secreto: es una hembrita.

Será negra mulata como su padre.

Antes de que acabemos la faena ya está Torcaz junto al coche. No es una novata y sabe que pronto su becerrilla será liberada pero a su manera nos hace saber que no se fía, que no va a permitir ninguna broma.

Tomadas las notas para la reseña, pronto vemos a las dos ahijarse y perderse orgullosas entre el resto de la tropa.

No hay respiro y, con paciencia, sin prisas, aprovechando las querencias conseguimos que la piara tome la puerta que da a la manga. Un último empujón y ya está el grupo en los corrales.

El juego está dispuesto. Nosotros a abrir y cerrar puertas, ellas a buscar la forma de escapar. Y, mientras disfrutamos como niños de este barullo del pasa no pasa, finalmente es el tiempo el que pasa y con el sol ya en lo alto, colorín colorado se concluye el apartado.

LA TARDE

Cada tentadero en la Quinta de Tierz es un acontecimiento. Poca gente. El ganadero, los habituales y un pequeño puñado de invitados que configuran un ambiente de feliz intimidad.

En esta ocasión el torero va a ser Ricardo Maldonado a quien acompañan algunos de sus más fieles seguidores que engrosan las huestes de asociados a la peña que lleva su nombre.

Apurando su última temporada como novillero con caballos es el torero de la casa y debe prepararse para su alternativa.

Toreará una erala y las 2 vacas de retienta. La otra becerrita se reserva para que alimenten el gusano de su afición los amigos que viven más de cerca el día a día de la ganadería.

Las vacas de retienta son muy fuertes y empiezo a notar como, a la misma velocidad con la que se acerca la hora del tentadero, se encoge el tamaño de mi estómago.

Pero en Toros de Tierz las cosas se hacen con cabeza y descubro entre el grupo de gente que acompaña al torero la elegante figura de Hermi, su banderillero de confianza. Es un torerazo así que me siento liberado y a salvo. Definitivamente va a ser una gran tarde.

La placita de tientas está cubierta del verde tapiz de esta época de la primavera. Le da un aire campero absolutamente delicioso.

Cada uno va ocupando su puesto. Los esportones se abren para dejar volar los primeros lances al aire. Con ellos las mentes de los toreros se centran y los cuerpos se relajan. Entre fotografías, saludos y conversaciones intrascendentes llega el momento en el que el ganadero, en simbólico despeje, reúne en el tercio, al pequeño grupo de lidiadores para recordar la forma en la que le gusta que se hagan las cosas.

A partir de este momento una palabra invade la mente de todos: ¡Suerte!

Suerte para el ganadero y que los animales colmen sus expectativas y sus esfuerzos.
Suerte para los que lidian para que se acoplen y toreen a salvo de ningún percance.
Suerte para los animales para que demuestren que son dignas de un puesto entre el selecto grupo de reproductoras la ganadería.
Suerte para los asistentes para que disfruten de una faena campera que se hace con tanto rigor como emoción.

Desde la estrechura de la tronera del burladero veo como se abre la rústica puerta del toril. Aprieto el capotillo y respiro profundamente. Doy gracias y aprovecho para llenar al máximo mis pulmones de ese aire campero que me da vida y felicidad a partes iguales.

Van saliendo las vacas. La erala por delante. Es noble. Embiste con una bravura seca y Ricardo la torea como sabe. Está con ella poderoso y artista. Sencillamente extraordinario.

Las de retienta, fuertes y poderosas, no han olvidado el examen de su ya lejano primer tentadero y no permiten lucimiento. Piden el valor y la disposición que distinguen a los profesionales y Ricardo les da réplica con la eficacia que da el oficio bien aprendido. Transmite seguridad y suficiencia en una prueba que desde luego no es nada fácil.

Luego, los aficionados. Aprendices de torerillos que gozamos de honrar el toreo a nuestra manera, tenemos la suerte de enfrentarnos a una embestida enclasada y a modo para nosotros.

Se ha hecho tarde. Hay que recoger trastos y pertrechos para finalizar la jornada en un coloquio organizado por la peña de Ricardo Maldonado.
En La Parrilla nos esperan Juan Ignacio Pérez Tabernero y César el ganadero de Toros de Tierz que se ha adelantado para recibirle.

Anécdotas deliciosas que os contaré otro día.

Os dejo a continuación un pequeño reportaje gráfico del tentadero.