domingo, 19 de marzo de 2023

HERRADERO 2023. FUGA DE ALCATRAZ


¡Ay qué linda! ¡Qué rechula es la fiesta de mi rancho!

Así comienza la letra de una canción mariachi que se llama el herradero.

Y yo no sé si la Quinta de Tierz pueda llamarse un rancho, pero lo que sí sé es que el herradero cada año es una fiesta esplendorosa.

Una fiesta familiar y una celebración de la amistad, en la que caben todos y en la que todos viven de cerca la emoción del manejo del ganado bravo.

Y eso que este año el herradero comenzó de forma imprevista. Como imprevisible es casi siempre el comportamiento de los animales.

Porque debéis saber que el herradero no comienza cuando se enciende el fuego para calentar los hierros.

El herradero comienza con la selección y el apartado de las reses que componen la nueva camada.

En la Quinta de Tierz los añojos se apartan el día de antes en un cercado chico que se utiliza como manga por su proximidad y conexión directa con los corrales de la finca.

Y en ese presidio, en ese Alcatraz presuntamente inexpugnable, pasan los becerros, machos y hembras de la nueva camada su última noche juntos antes del apartado definitivo por sexos que se hace al día siguiente aprovechando el herradero.

Pero los animales extrañan el encierro. Y es ahí cuando algunos aprovechan ese tiempo para emular a los protagonistas de la película de Don Siegel y maquinar y afinar sus planes de fuga, para disgusto general del equipo de la ganadería y en particular de su confiado alcaide.

De forma que, quién sabe si fue con la anochecida o con las primeras luces del día, 4 becerrillas fugitivas en compañía del semental Derretido, culminaron su plan.

Al llegar a la finca, camufladas en la piara de madres de la ganadería, trataban de pasar desapercibidas las cuatro becerras fugitivas. Y lo hubieran conseguido si no llega a ser porque Derretido, más alto y torpe, no alcanzó a disfrazar su presencia en el grupo.

De inmediato, la alarma. El recuento de urgencia. La activación del plan de contingencia que para estos casos la inteligencia ganadera lo resume en 2 palabras: “querencia y paciencia.”

Conocer y aprovechar las querencias para saber hacia dónde conviene conducir a las 4 añojas renuentes y paciencia para conseguir que vuelvan a su cercado sin carreras, sin alborotos, sin que apenas tengan tiempo de enterarse.

Y así, tras unos minutos de tensión, la fuga quedó reducida a una más de las historias de campo que amenizarán nuestras tertulias invernales al calor de la chimenea.

El resto, lo conocéis de otros años. 

Familia, amigos, saludos y reencuentros. Barullos de hierros candentes que peregrinan de la hoguera al cajón y viceversa. Emociones de humo y mugidos vividas por los debutantes que ponen sus primeros hierros. Un almuerzo, conversaciones compartidas, ilusiones y buenos deseos para la nueva camada que se hierra y que deberá sostener el nombre y el listón de bravura y clase de los productos de Toros de Tierz.

Pero este año hubo más. Toros de Tierz se convirtió en un laboratorio científico en el que Franciso, tomó datos y muestras para un estudio que verá sus resultados en los próximos meses.

Pensaba ayer, viéndole tan aplicado en su labor que sólo así, a través del conocimiento y de una visión innovadora, la fiesta, nuestra fiesta, podrá ganar su merecido futuro.

Os dejo, a continuación, un reportaje fotográfico de la mañana.