domingo, 18 de marzo de 2018

HERRADERO 2018. TODA LA VIDA POR DELANTE


Es sabido que la nostalgia es el camino más corto a la melancolía. Resulta para mí mucho más interesante mirar adelante y tratar de imaginar cómo será el futuro de las cosas, de los animales, de las personas.

Por eso ayer, cuando llegábamos a la finca de Toros de Tierz y creía que íbamos a asistir a un herradero más, pensaba que poco más o menos nos encontraríamos los de siempre y que asistiría a la repetición de esa agradable rutina que es encontrarse un año más rodeado de ese grupo heterogéneo y variopinto que somos los aficionados que acudimos cada año al reclamo de una de las faenas más entrañables de cuantas se realizan en el campo.

Lo que no me imaginaba era que desde misma puerta de la finca todo iba a ser una sucesión de motivos para la ilusión.

Permitidme que os lo cuente a mi manera.


La mañana nos recibió con dos dedos de nieve sobre la albardilla cerámica de la puerta de la quinta.


Y al ver la nieve me alegré. Sentí que nos augura un arranque de primavera que será verde y fructífera.


Desde la puerta, entre la niebla la piara de madres se agrupaba entorno al refugio de la finca presas aún por el desconcierto que les provocó hace no más de una semana la cruel pero imprescindible faena del desahijado.


Algunas, incapaces de acostumbrarse a este rito anual mantienen su mirada fija en las corraletas en las que quedaron atrás los becerrillos de la última camada.


Al acercarnos con el coche, las incomodamos y el grupo emprende una lenta marcha hacia un lugar más tranquilo. Todas, menos una, que se resiste, que anuncia a las demás el fin de la tristeza.


Sobre la nieve que cubre el páramo, otra vaca olisquea curiosa y nos señala donde se esconde el nuevo tesoro de Toros de Tierz. Un becerrillo berrendo. El primero que nace en Toros de Tierz con este pelo y que anuncia que la nueva camada va a ser de una belleza espectacular.


La madre, ajena ya a la suerte de su anterior becerrillo, se ocupó de recordarnos que está más que dispuesta a defender a quien desde hace sólo unas horas tiene ante sí toda una vida por delante.

Pero es día de herradero y tiempo habrá para volver sobre esta historia recién comenzada.

En la ganadería brava el herradero no es un día más. Para el ganadero el herradero es el pistoletazo de salida para una nueva camada que tiene 4 años por delante para hacerse, para finalmente demostrar que los desvelos y los esfuerzos de la crianza realmente habrán valido la pena.

El herradero tiene su pequeño misterio y antes de que lleguen los invitados hay tarea por hacer.


En la manga, emboscado en la neblina, espera inquieto un ejército de añojillos que ya se malician que hoy no va a ser un día más.


La primera faena del día del herradero consiste en encerrar a toda la tropa en las corraletas de la finca. Y, en efecto, antes de que apenas se den cuenta se ven reducidos entre las cuatro paredes de uno de los chiqueros de la finca.


Después la labor de apartar. Los más chicos, los nacidos después del 1 de julio pertenecen al guarismo 8 y no se hierran todavía. Volverán de inmediato al campo y tendrán que conformarse con mantener sus crotales y esperar un año más antes de lucir en su piel los signos de la bravura, las marcas de la ganadería.

Más tarde se separan los machos de las hembras. Su numeración es distinta y su destino en la finca también. Irán a cercados diferentes.


De ellas todavía no se los nombres que el ganadero habrá decidido asignarles. De ellos si porque los machos heredan el nombre de sus madres. 

De forma que ahí tenéis de izquierda a derecha a Farsito, Comedia, Harinero, Coquinero y al fondo Farsante.


Y ahí, al verlos tan pequeños en el chiquero, no puedo evitar pensar que tienen toda una vida por delante.

Pero enseguida, comienza el alboroto. Porque el herrado en Toros de Tierz, sobre todo es eso, un caótico pero delicioso alboroto en el que se mezclan los que trabajan en la finca, el ganadero, la familia, los invitados, los invitados de los invitados, los profesionales, los aficionados, los fotógrafos, la prensa y sobre todo los amigos.

Un momento para celebrar la amistad, para compartir, para ponernos al día y para gozar de ese privilegio que es por un día volver a la naturaleza.


Y así unos se ocupan del fuego y las brasas


Otros de preparar la comida


Los reporteros toman tomar posiciones para dar fe de la jornada


El ganadero da instrucciones para que todo se haga tal y como a él le gusta.


Por fin han llegado los hierros


Y el veterinario ha hecho ya todas las comprobaciones


Así que a la voz de “va el becerro” aparece por la manga el primer animal de la mañana.


Es el propio ganadero quien, siguiendo una tradición no escrita en el campo, abre el herradero poniendo sobre la piel del animal el hierro de la ganadería.


A partir de ahí, ya no se parará y un trasiego constante de hierros candentes viajará de la estufa al mueco y del mueco a la estufa hasta acabar la faena.


Antes de devolver la libertad al becerro, desparasitar y poner un cicatrizante que ayude a curar las heridas.
La bravura del animal y su ira contenida provocan salidas espectaculares al abrir la puerta y ver su libertad recuperada.


Poco tardan, apenas unos instantes, los animales en mostrarse arrogantes y orgullosos en la libertad del campo.


La faena, podéis verla en esta secuencia que se repetirá tantas veces como animales han sido apartados.
(Pulsa sobre la imagen para ver el video)

El equipo que colabora en el herradero, prefiere sin embargo, no perder la tradición y en Toros de Tierz cada año algunos animales se hierran a la antigua usanza.






Que mezclan por igual el esfuerzo físico


y la diversión para los protagonistas

Con la curiosidad de los invitados que asisten sorprendidos al forcejeo entre los hombres y la fiera.


Y así, transcurrió la mañana de nuestro herradero anual en Toros de Tierz, entre humo y barro, mugidos, sonrisas y los pequeños sobresaltos que provoca la bravura de las reses.


Entre toreros que llegan
Toreros que llegarán
Familia


Acaso parientes venidos de lejos
Gentío y sobre todo amigos



Muchos amigos


Pero el título de esta entrada no tendría sentido sino fuera porque alguien se ganó en el herradero de ayer un lugar de privilegio, alguien que de forma discreta, sin querer llamar la atención la llamó por encima de todos.


Alguien que vino a aprender, a trabajar
Que estuvo atenta a todo
Que no paró de ir y venir
Que entretuvo el frío como pudo
Que se tomó muy en serio su labor
Y que hizo sus primeras prácticas en la ganadería
Alguien que se ganó el aplauso y la felicitación de quienes más la quieren

Alguien que demostró que en esto de la veterinaria y en todo lo demás tiene toda la vida por delante. Felicidades Rebeca.