domingo, 31 de marzo de 2019

UN FUTURO LUMINOSO

El día del herradero es el inicio de un nuevo ciclo para la ganadería.

Ya sé que la paridera y los nacimientos marcan el inicio del ciclo natural, pero este se formaliza cuando el hierro de la ganadería y el nuevo guarismo lucen marcados a fuego en los perfiles de los miembros de la nueva camada.

Un nuevo ciclo en la crianza, separados machos y hembras comienzan a definir su destino hacia la tienta, la lidia, la reproducción o directamente la cadena alimenticia.

De modo que el día del herradero anuncia una nueva mirada al futuro de la ganadería.

Un futuro que, hoy que puedo elegir, imagino luminoso, lleno de vida y de éxitos. Alegre, de sonrisas compartidas, optimista y con todo por vivir.

Seguramente a esta visión optimista que hoy tengo hacia los tiempos que llegan contribuyeron la compañía de la familia, de los amigos y sobre todos ellos las risas y los juegos del puñado de niños que nos acompañaron ayer en la faena del herradero.

Se ha escrito tantas veces que es el bautismo de los becerros que ya suena a tópico.

Pero no lo es tanto lo que tiene de rito de iniciación, no para los animales sino para muchos de los que nos acompañaron en la faena de ayer, que presenciaban por primera vez esta labor campera.

Iniciación al campo e iniciación a la afición y al amor por los toros y por la tauromaquia.

Oí preguntar muchas cosas, ¿por qué se hace esto?, ¿qué significa?, ¿sufren los animales?, ¿por qué unos braman y otros no?, ¿por qué reaccionan con más ira al encierro y a la inmovilización que a la quemazón del fuego?, ¿por qué unos salen por un sitio y otros por otro?, ¿por qué a algunos los marcan en el suelo y a otros en el cajón?, ¿por qué tantas cosas?

Preguntas que, entre sonrisas y curiosidad se fueron respondiendo como cada año por parte de los que más saben, continuando hoy en el siglo XXI, en plena sociedad de la información, con esa deliciosa tradición oral que nos conecta con nuestro pasado y con nuestras raíces.

Raíces que ayer sentí vivas y fuertes en el sol de la mañana, en el campo, en el fuego, en el olor a pelo quemado, en el sonido superpuesto de los mugidos sobre el del barullo amontonado de la gente que se mezcla y agolpa entorno al cajón de herrar, en la comida compartida con las manos, en el sudor de los que trabajan y en la hermosa compañía de cuantos quisisteis compartir un año más el día en que se alumbra para la nueva camada de Toros de Tierz un nuevo y luminoso futuro.