lunes, 24 de julio de 2017

SANTIAGO CASTRO LUGUILLANO VUELVE A TOREAR EN TOROS DE TIERZ

Con sus ya 73 años cumplidos, el perfume de la muleta de Santiago Castro Luguillano volvió a inundar el ruedo de una plaza de toros.

De forma inesperada, la torería que atesora este gran maestro se rebeló dentro del burladero de la placita de tientas de nuestra finca y le empujó a salir al ruedo tantos años después para dar una lección de despaciosidad, de temple, de ritmo, de aguantar la embestida de la becerra metida en la muleta hasta completar muletazos prácticamente circulares, lentos y ligados.

Una lección de toreo de las que no se olvidan.

Y fue entonces cuando los que tanto hemos oído hablar de como aquel pequeño torero volvía locas las plazas en los años sesenta pudimos por fin ver la enorme personalidad del maestro.

Frágil la apariencia, macizo su toreo.

Un toreo distinto al que hoy estamos acostumbrados a ver.

Las tres claves del toreo eterno: naturalidad, temple y suavidad en las muñecas.

Un regalo inesperado, un sueño cumplido y un enorme privilegio para los que pudimos vivirlo desde el ruedo.

Dejadme que os lo cuente:

Tres muletazos de clamor y un remate de cartel, hicieron al maestro saltar de alegría, apretar los puños y celebrar orgulloso que sí, que el toreo es eterno, que el que lo tuvo lo tendrá siempre, que tantos años después, el torero, el maestro Santiago Castro Luguillano existe y está más vivo que nunca.

Una tanda más. Esta más larga, más cuajada. Un pase de pecho larguísimo y el remate airoso. Más convencido el torero para demostrar que tenía razón, que lo que siempre nos dijo es verdad, que con diez o doce muletazos se puede hacer rugir a cualquier plaza.

Y así, después de tantos años, ayer en la finca de Toros de Tierz cuando nadie – ni él mismo - lo esperábamos fuimos testigos de un instante verdaderamente especial, de ese momento en el que por fin el destino fue justo con un hombre bueno y volvió a poner en sus ya veteranos labios el dulce sabor de volver a sentirse torero.

Con 73 años Santiago Castro Luguillano, torea en Toros de Tierz


lunes, 10 de julio de 2017

Y LA VIDA SIGUE

Hoy la vida, la actualidad, tienen un ritmo enloquecido.
Las cosas pasan ante nosotros a tal velocidad que apenas nos da tiempo a pararnos a pensar, a saborearlas, a analizarlas, a rechazarlas.

Así, hace unos días, uno de los machos de la camada de saca salió para enfrentar en la lidia su destino final fugaz y vertiginoso. Quince minutos de explosivo combate lo convirtieron en parte de una historia que quedó ya lejana en el mismo momento en el que finalizó su arrastre.

Y sin embargo, al mismo tiempo, el campo nos ofrece también todo lo contrario: un contrapunto de paciente espera.

Casi a la vez, casi el mismo día el hueco que dejó aquel número 11 se cubrió de inmediato con el nacimiento del siguiente becerro. Un nacimiento que abre ante nosotros un tiempo nuevo, largo, lento: 3 años por delante para disfrutar plácidamente de la ilusión de la bravura.

Y tal vez por eso, porque el campo es un mundo de contrastes, es por lo que al ver esta secuencia, no se porqué se me vino a la mente este sencillo y contradictorio poema.

"La vida sigue -dicen-, 
pero no siempre es verdad. 
A veces la vida no sigue. 
A veces solo pasan los días"
Karmelo C. Iribarren. (Huacanamo)