Acaso cuando pensamos en nuestro querido Cesar a todos se nos viene a nuestra cabeza esta misma expresión: “
¿César?: ¡Ya sabéis como es! …”
Una expresión, precedida de unos hombros que se encogen y sucedida por unos puntos suspensivos, que parecen dejarlo todo en el aire. Una expresión que, sin decir nada, lo dice todo de él.
Pero hoy es un día señalado y merece un regalo especial.
Algo no material porque César no es material, no se nutre de lo material.
Le tengo por amigo y me precio, presumo y, acaso me exceda, si declaro sin dudarlo, que gozo de su amistad.
Y si la cuestión era ¡ya sabéis cómo es…!, asumo con este retrato el reto de responderla y descubrir, a riesgo de disgustarle, no sé si la respuesta a cómo es, pero sí al menos a cómo le siento yo.
Y le siento feliz en ese delicioso equilibrio de cercanía y distancia que sólo él sabe establecer y en el que, a poco que lo conozcas, descubres lo que tal vez sea su fondo a medio camino entre lo defensivo y lo juguetón.
Porque creo que si algo le gusta a César es jugar.
Y, como el niño grande que es, jugar a la ironía, para seducir y atraer la atención. Y conseguido ello, la distancia, para poder empezar de nuevo por que acaso su única intención sea la de seguir jugando eternamente.
Disfruto de verle, de sus mensajes y de sus llamadas.
Me complacen sus encargos, sus enredos y compromisos que recibo nunca como carga sino como afirmación de nuestra amistad.
Aprecio los momentos en el campo, las idas y venidas a la finca, en las que hablando de todo y de todos hemos ido trabando una relación particular.
Me recreo con los acuerdos (que celebro) y los desacuerdos (de los que aprendo).
Admiro su inteligencia, su intuición y rapidez en armar argumentos, réplicas y contrarréplicas.
Gozo de sus artículos. Y los prefiero reflexivos y profundos a los de vuelapluma y a seguir (que de todo hay de vez en cuando).
En fin, no es cuestión de alargarse más. O tal vez sí.
¿Cómo es César?
Me dicen las mujeres que lo conocen que es magnético, atractivo y a veces un puntillo ácido e irritante: ¡Ya sabéis como es…!
Se que hay en él un tipo especial, inteligente, amable y generoso y, al abrigo de nuestra afición común, he cosechado el regalo de una inverosímil, fructífera y perenne amistad.
Por eso, termino donde empecé y, en un día como hoy, me permito el lujo de llevaros, de traeros, acaso al lugar desde donde más feliz se le pueda hacer.
Al lugar en el que pediros a todos los que leéis este retrato simplemente que le regaléis un instante en vuestra memoria. Algo sencillo, nada material. Simplemente un instante en el que para vosotros mismos y desde vosotros mismos le dediquéis un pensamiento sincero, cercano y personal en el que traigáis a vuestra mente ese recuerdo feliz que os permita dibujar una sonrisa, encogeros de hombros y repetir para vosotros mismos eso de “¿César?: ya sabéis cómo es…”.
Amigo César, un abrazo enorme en tu 60 cumpleaños.