Uno de los candidatos a padrear en la ganadería |
Pero entre todas ellas hay una que destaca por ser imprescindible: la paciencia.
Desde que se toma una decisión en la ganadería hasta que puedes ver los primeros productos y evaluar los resultados, los tiempos de espera se hacen eternos.
Elegir un nuevo semental supone al ganadero una condena de 3 años de espera más uno de libertad condicional.
Hagamos números: el primer año lo ocupan los meses de cubrición del lote de vacas elegido a los que hay que añadir nueve meses de gestación hasta que se producen los primeros nacimientos.
Dos años más llegarán los primeros indicios con la lidia en la plaza de tientas de las primeras becerras o los primeros erales en alguna plaza de menor responsabilidad.
Sólo al final del cuarto año el ganadero podrá comprobar si los utreros resultantes de aquella elección responderán a las expectativas depositadas en aquel animal, entonces eral y hoy ya cinqueño pasado, que recibirá la sonrisa satisfecha de su criador o la tarjeta de transporte hasta su ingreso ignominioso en lo que hoy se conoce como la cadena alimentaria.
Una espera larga, lenta, por momentos tediosa. Un camino que, en defensa propia, no conviene andar en solitario.
Por eso, y para entretener la espera, en Toros de Tierz aprovechamos estos días de invierno para compartir y celebrar con los amigos.
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