Comprobar que todos los animales se encuentran como deben, con el alimento y el agua adecuados; asegurarse de que no ha habido bajas ni accidentes.
En definitiva, disfrutar de la calma de la ganadería, de lo que es otro día más en la forja de la bravura.
Adivinar en el vientre de las vacas la llegada del nuevo becerrillo |
Disfrutar del sol de la tarde |
Inquietarse con el paseante que curiosea por la linde del cercado |
Marcar al fotógrafo advirtiéndole de quien manda en la dehesa |
Cuidar de la guardería mientras el resto de las madres buscan su ración de pienso |
Ver como los ojos de la bravura se asoman al mundo casi por primera vez |
Oir como las madres dan a sus becerrillos los primeros consejos, |
Los primeros besos, |
La seguridad de sentirse a salvo de todo. |
En la otra punta de la finca, los machos se rematan y miran curiosos las peleas de los jóvenes |
Juegos y cuentas pendientes entre los novillos |
Pero la curiosidad puede menos que la glotonería y los toros, ya rematados apuran sus últimos días en la finca |
Mientras otros, muestran orgullosos su mayor triunfo: haber regresado a casa victorioso después de pelear en el ruedo |
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